Hace años que no venía por acá, pensó María, cómo creció todo! El camino polvoriento se extendía como una alfombra hasta la puerta de la casa que parecía esperarla, somnolienta al sol caliente del verano. Las maderas del porche crujieron bajo sus pies y a María la invadió un sentimiento de familiaridad, de pertenencia: las maderas crujían también bajo los pies de mamá cuando le llevaba la chocolatada, mientras ella hacía la tarea a la luz amarilla de la tarde.
1 comment:
q la pena se muera de risa y el polvo se levante a nadar: que mi madre nunca hizo chocolate pero si gelatina, que recuerdo el sol amarillo de Tacna aunque nunca haya vivido allí, aunque haya nacido allí..
me tocó bastante :)
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