Será la aceptación del potencial
dañino del mundo alrededor nuestro lo que lo hace mil veces mas real y mil veces mas hermoso?
Ella desaparece en la boca del subte. La primera bocanada de aire parece un puñal en mis pulmones, abro los ojos para no estar desprevenida. Doy unos pasos hacia la esquina y los oigo retumbar en mis oidos; miro fijamente al pibe parado al lado del puesto de revistas, no me gustás nada flaco, ni te emociones. Espero a que el caudal de autos afloje para cruzar Corrientes, me doy vuelta un segundo y veo a un punkie arrebujado contra alguno de los recovecos del Abasto. Me encojo de hombros y cuzo la calle, aprovechando el semáforo de la otra cuadra. Camino rápido, sin mirar muy hacia adelante apretando el Atlas de anatomia que tengo en las manos; señor, no se me cruce así por delante; piba, la vereda no es tuya, corréte! Llego a la otra esquina y veo que baja: cómo que baja?! Tengo que meterme otra cuadra mas en este barrio de cuarta?! Sin demasiados aspavientos espero a que la gente pretenciosa que mira sin ver desde los autos pase, con la mirada fija en el 206 que me va a cubrir de cualquier pirado al volante. Esquivo el container y llego al final de la cuadra: Sarmiento al fin. Busco mi parada y me quedo ahi, mirando de reojo a la gente que se me pone cerca, fingiendo leer un cartel de Juda's Priest, banda a la que nunca he escuchado. Corro un par de metros para tomar el bondi de atrás, que parece estar un poco menos hasta las manos, pero es uno de esos para discapacitados con cuatro asientos de mierda. Mala leche, me paro enfrente de una piba vestida de colegio, agarrando mi libro y con el rabillo del ojo puesto en la mochila, hay unos negros ahi nomás que tienen pinta de querer quilombo... mientras no quieran algo mio, allá ellos! Un asiento queda libre atrás mio y la piba se sienta, dejándome su lugar de ventanilla para apoyar mi espalda y poner el libro y la mochila en la baranda. Tengo los labios herméticamente cerrados, echo una ojeada para el lado de los negros y parece que no están. Sigue subiendo y subiendo gente: un chico rubiecito, con barba se apoya contra la baranda donde están mis cosas, las acerco mas a mi para hacerle lugar y revuelvo en el bolsillo de mi mochila cambiando el CD. Suena un teléfono en los acordes iniciales del tema 1: es el chico de al lado mio, el de la baranda, da vuelta la cara para hablar y tengo su boca a centímetros de la mia. Trago saliva y aprieto los labios: está invadiendo completamente mi espacio personal y parece que no tengo ningún problema! Su sobretodo roza mis dedos mientras trato de mantner el libro y la mochila en precario equilibrio y parece como si me estuviera acariciando en las costillas, justo en el lugar donde se angosta la cintura despues de los pechos. Siento ruido molesto del celular, Creo que bien, má, te llamo cuando legue a casa dale? Bueno, un beso. Levanto un poquito la mirada, pero sigue tan cerca que solo veo un close up de su mandíbula y la barbita de dias castaño claro. Mira alrededor y camina hasta la puerta, el bondi está tan lleno que no lo veo bajar y vuelvo a clavar la mirada en el ángulo de parabrisas del costado del chofer, desde donde se nota la barrera baja y los autos que esperan. Un poco mas al costado lo veo pasar entre los autos detenidos y sonrío levemente, clavandole la mirada sin importarme la vieja que me mira shockeada. La gente que estaba cuando subí ya bajó casi toda, pero esto sigue lleno. Sigo colgada y con esa sensación rara, pero no vuelve con la misma intensidad.
Creo que fueron los 30 minutos mas reales de mi vida, por media hora tuve perfecta consciencia de todos mis sentidos agudizados, de todo mi entorno y el compás ajeno a éste que lo mueve. Por 30 minutos estuve tan viva como siempre, pero mas viva que nunca y me gustó.
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